Mis ojos seguían clavados en las ventanas de aquel piso.
No paraban de observar, de mirar y buscar la sombra que tanto anhelaba.
Se me hizo un poco raro y algo tonto estar allí sentado, esperando, buscando algo que no aparecería en toda la noche.
La camisa pesaba de tanta agua, y mis costillas se quebraron de ese amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario